...mi lugar en el mundo...

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miércoles, 16 de noviembre de 2016

ASI NOS CONTROLAN...

TERRORÍFICO: ¿ASÍ ES COMO “CONTROLAN” EL MUNDO POR COMPLETO?

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Más o menos todos somos conscientes de que existen grupos de personas muy poderosas, conformadas por grandes financieros, líderes políticos bajo sus órdenes e incluso algunos académicos, que controlan (al menos parcialmente) el devenir de los acontecimientos en todo el mundo.
Sin embargo, aún hay mucha gente que tiende (tendemos) a pensar que las decisiones que toman provienen de sus propias deliberaciones y cálculos y que en todas ellas el factor humano es el predominante.
Y eso se debe a que tenemos una visión “anticuada” o “analógica” de la toma de decisiones. En el fondo, nos reconforta pensar que hay personas, (aunque sean extremadamente malvadas), tomando las decisiones.
Pero el desarrollo de la Inteligencia Artificial y de la computación cuántica, están creando un mundo muy diferente y tenemos que empezar a cambiar nuestra forma de pensar, aunque ello implique enfrentarse con conceptos aterradores.
Un artículo publicado por Joe Joseph en The Daily Sheeple y del que se hace eco la web SHTFplan, nos demuestra que estos grupos de poder disponen de tecnologías que les capacitan para conocer cómo se desarrollaran los acontecimientos o decisiones que tomen antes de que estas ocurran.
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Puede sonar descabellado o como algo salido de una película de ciencia ficción, pero con el advenimiento de la computación cuántica y los avances en la inteligencia artificial, estos grupos disponen de tecnologías para simular eventos a gran escala, en un entorno que refleja todas las complejidades de nuestro propio mundo; de hecho, son capaces de simular prácticamente todo el mundo y la reacción de todo el planeta ante cualquier acontecimiento que ellos provoquen.
Hace ya varios años, más de una década atrás (en 2004), se creó un software en concreto, llamado Synthetic Environment for Analysis and Simulations o SEAS, desarrollado por la Universidad de Purdue, que está siendo utilizado por el Departamento de Seguridad Nacional de EEUU y el Departamento de Defensa de Estados Unidos para simular estados de crisis en los Estados Unidos.
El SEAS “permite a los investigadores y a diversas organizaciones probar sus modelos o técnicas en un entorno de conocimiento público, y de detallado realismo detallado”
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En sus inicios, el SEAS era capaz de ejecutar simulaciones en tiempo real para un máximo de 62 naciones, incluyendo Irak, Afganistán y China. Las simulaciones incorporan las últimas noticias, los datos del censo, los indicadores económicos y los eventos climáticos en el mundo real, junto con información privada, y información secreta procedente de la inteligencia militar.
El SEAS fue desarrollado para ayudar a las compañías principales de la lista Fortune 500 para realizar planificación estratégica.
No hace falta decir, que el SEAS es una anticualla, si tenemos en cuenta que fue creado en 2004 y que el poder de estas tecnologías crece exponencialmente de forma continuada, de forma que no es exagerado afirmar que una tecnología con 6 meses de antigüedad está total y absolutamente obsoleta.
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En estos momentos, el SEAS ha evolucionado hasta un nuevo software de simulación a escala planetaria, llamado Sentient World Simulation, concebido como un modelo de funcionamiento continuo que actúa como un espejo del mundo real, que es continuamente actualizado con datos procedentes de todas las fuentes imaginables del mundo real y que se puede utilizar para predecir y evaluar cualquier desarrollo de eventos del futuro.
Literalmente, un supercomputador dotado de una de estas herramientas de Inteligencia Artificial, es capaz de simular por completo el funcionamiento de todo el planeta, con sus 7 mil millones de personas simuladas.
Esta tecnología se puede utilizar para ejecutar simulaciones de guerra nuclear, ataques de falsa bandera, colapsos económicos, envenenamiento de los acuíferos, accidentes o incidentes “fortuitos” de cualquier tipo, etc… y eso permite que determinadas élites puedan conocer con anterioridad, cuáles serán los efectos de cualquiera de sus maniobras.
Sabemos que esto puede parecer ciencia ficción y que mucha gente aún se negará a reconocer que esto está en funcionamiento, o que al menos, podría estarlo en un futuro no demasiado lejano.
Pero las cosas son aún peores: podemos encontrar información del Sentient World Simulation en Wikipedia, lo que significa que estamos muy lejos de saber qué tipo de tecnologías de última generación pueden estar utilizando en estos momentos estas élites, para simular todos y cada uno de los pasos que les lleven a alcanzar sus objetivos.
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Cuando se es consciente de que existen estas tecnologías, uno se pregunta si cada noticia que se “hace viral” y que aparece en múltiples medios de todo el mundo de forma simultánea (desde los occidentales hasta los opositores de RT o similares), no estará desempeñando una función concreta en toda esta simulación.
Si estos sistemas de simulación son tan potentes como parecen, entonces hay una gran posibilidad de que todo lo que vemos a nuestro alrededor, especialmente todo aquello que procede de los medios de comunicación, obedezca a un plan específicamente diseñado…diseñado por una Inteligencia Artificial y no por un ser humano.
Y si alguien cree que es imposible controlar a todos los medios de comunicación, peca de una profunda inocencia. La mayoría de medios de comunicación acaban bebiendo de fuentes comunes y se hacen eco de noticias aparecidas en los otros medios.
Un ejemplo de ello lo encontramos en RT, la cadena que presuntamente tiene la función de contrarrestar a los medios de propaganda occidentales. Aparte de ejercer de vehículo propagandístico del Kremlin, simultáneamente, RT se hace eco constantemente de lo que publican las agencias occidentales, desde France Presse, hasta Reuters o Associated Press, así como de la BBC o periódicos sensacionalistas británicos de todo tipo.
Así, si alguien quiere convertir una noticia en viral y impactar con ella sobre todo el mundo, solo hace falta generarla en un punto concreto al que todos tengan acceso y esperar a que se extienda por toda la red.
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Quizás haya gente que crea que es imposible prever el conjunto de acciones de todos los seres humanos y que la sociedad humana en su conjunto es demasiado compleja como para poder ser simulada y que cualquier individuo puede acabar echando al traste todas las simulaciones; son personas que creerán a pies juntillas el efecto mariposa, aquello de que “un aleteo de mariposa en Brasil puede provocar un huracán en Japón”.
Pero quizás a nivel de masas sociales, las cosas no sean exactamente así. El poder que tenemos las personas de la calle para cambiar nuestro entorno, es muy limitado, y cualquier acción que emprendamos, tiende a diluirse en nuestro entorno inmediato, como si la viscosidad de la masa tendiera a disipar la energía inicial del acto.
Un problema que se multiplica aún más en una sociedad sobreinformada como la nuestra, donde cada individuo recibe en su mente el impacto incesante de miles de informaciones fragmentadas a lo largo del día, lo que le impide generar una emoción duradera asociada a cualquier impulso informativo, lo que a su su vez, repercute en que no disponga de la energía emocional necesaria para emprender una acción duradera que incida en el entorno y lo transforme.
Dicho de otra manera: no hay nada que nos provoque la suficiente indignación como para emprender acciones transformadoras reales.
Fíjense: una persona mata a decenas de inocentes en un mercado de Bagdad, o de donde sea y la mayoría de nosotros vemos la noticia sentados en la mesa mientras comemos…y una vez pasada la noticia, seguimos comiendo y seguimos con nuestro horario habitual, sin que se produzca ningún cambio real en nuestro entorno. Esas muertes son mucho más que el aleteo de una mariposa, pero sin embargo, no provocan una tormenta en nosotros.
A nuestra escala, a la escala de las personas de la calle, cualquier acción se convierte en casi irrelevante para el conjunto.
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Por lo tanto, somos fácilmente “simulables” como masas. Prácticamente nos pueden tratar como un fluido viscoso, que puede ser desplazado de un sitio a otro, a base de pequeños impulsos constantes. Y cualquier partícula extraña que trate de ir contracorriente en ese fluido, se ve atrapado y arrastrado por la viscosidad del conjunto y necesita de una gran energía para influir en su entorno. (sí, es cierto, una persona sola puede hacerles “daño” si sabe transmitir una idea de la forma adecuada…pero necesita de muchos factores a su favor y aún llegando a provocar reacciones es posible que solo sean pequeñas ondas que se disipen con el tiempo y acaben siendo olvidadas ).
A todo esto, podemos añadir la inmensa cantidad de información a escala individual que estas inteligencias artificiales pueden recopilar y utilizar.
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Pueden saber todo lo que decimos a través de nuestros móviles, lo que escribimos en nuestros ordenadores o obtener cualquier información a través de la inmensa cantidad de dispositivos conectados a la red a través del conocido como Internet de las Cosas.
Puede parecer una cantidad de información imposible de procesar…y lo es para un ser humano, pero no para los modernos supercomputadores cuánticos.
Sabemos que resulta terrorífico, pero es probable que dentro de poco, sean capaces de simular el planeta por completo, en tiempo real y con una escala de precisión cada vez más próxima a la del individuo…y con ello obtendrán un control total y absoluto de nuestras vidas, posiblemente, sin que seamos conscientes de ello.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL PORQUE DEL TRIUNFO DE TRUMP...

Por qué ganó Donald Trump

Las razones detrás del triunfo republicano y por qué no es tan mala noticia para Argentina y el mundo.
Donald Trump, candidato republicano, durante el debate frente a Hillary Clinton.
Donald Trump, candidato republicano, durante el debate frente a Hillary Clinton. Foto:AFP
Cuando Estados Unidos despierte este miércoles, después de un sueño intranquilo, se verá convertido en un país tercermundista, bastante más pobre por la caída de los mercados, y con Donald Trump como presidente electo de un mundo que ya no es tan libre. Y mientras algunos se abalancen a comprar oro y yenes, y otros paquetes de fideos, todos se preguntarán cómo llegamos a esto, como si le hubiese pasado a otro.
Lo fácil sería apelar a la excepción, forzar la estadística, decir que fue una sorpresa, que nadie lo vio venir. ¿Nadie lo vio venir? Muchos predijeron una victoria del magnate republicano. Muchos esta semana; otros meses atrás, como Michael Moore, algunos hasta el año pasado, cuando todavía ni siquiera había empezado a competir en las primarias. Era lógico, de alguna forma, en un año de cisnes negros: el Brexit, el No a la Paz en Colombia, el bajo precio del petróleo y, si nos estiramos unos meses, los atentados terroristas en Francia y los triunfos de Macri y Vidal. Si todos los cisnes son negros, si todo lo nuevo es nuevo, no estamos ante una acumulación de excepciones, sino que llegamos a un nuevo continente y enfrentamos un cambio de paradigma.
  
¿Por qué gana Trump? En primer lugar porque fue el mejor de dos muy malos candidatos, como señaló en sus últimas columnas Jaime Durán Barba, que pasó a ser una de las personas que más razón tuvo en el mundo 2015 - 2016. Hillary era una muy mala candidata: una abogada exitosa que ejerce cargos públicos desde 1983, como primera dama, senadora y Secretaria de Estado. Era el establishment, la vieja política, una cara gastada y conocida respaldada a su vez por todo el resto del establishment y la vieja política. Que encima tiene el tupé de estar bien preparada y saber de lo que habla, en una época, la de la postverdad, en la que el conocimiento puede ser casi una afrenta. Y sobre todo, con el atuendo y la actitud de una tía en Navidad que protesta porque los chicos tiran pirotecnia y su marido toma de más.
  
Trump, en cambio, argumentaría, era un gran candidato. Es un outsider y se vende como tal (al menos como todo lo "outsider" que puede ser un empresario en una plutocracia con lobby institucionalizado como la estadounidense). Nunca ejerció un cargo público, por ende no se lo puede criticar por sus políticas, a diferencia de Hillary. Las acusaciones de falta de experiencia no lo afectan: promete "soluciones" que van a funcionar, tautológicamente, porque él va a hacer que funcionen. No como las "soluciones" de los "políticos tradicionales" que, diría él, no funcionaron. En ese marco discursivo, que nadie pudo desarmar, Trump puede proponer un muro en la frontera con Mexico, cobrarle a los miembros de la OTAN o expulsar a los musulmanes a Marte, de cualquier manera le van a creer. Así le hizo bullying, con apodos denigrantes, a todos sus rivales republicanos. Y así le ganó los debates a Clinton, aunque la lógica indicara que nunca debería haberlos ganado, aunque los medios hayan asegurado que, de hecho, los perdió.
  
Párrafo aparte para el rol de los medios, que en Estados Unidos se dividen en, por un lado, un puñado de satélites conservadores nucleados en torno a la cadena Fox; y del otro grandes conglomerados liberales filodemócratas de las ciudades costeras. Los dos, pero sobre todo los segundos, son grandes responsables en estas elecciones. A Trump se lo tomaron primero como chiste, porque era gracioso, y después como burla, porque daba rating. En ese juego, que bordeaba la pulsión tanática reprimida, le regalaron horas de aire, de publicidad gratuita, al mismo candidato al que después llamaron a no votar, poniendo caras de serios y comprometidos. Todo bajo un manto de supuesta imparcialidad y rigurosidad que nunca fue tal. Deberán revisar sus modelos, al igual que los encuestadores, en los próximos cuatro años. No les faltará oportunidad, con un presidente que promete ser tan polarizante como lo fue el kirchnerismo en Argentina.
  
¿Por qué gana Trump? Porque Estados Unidos es un país que ya está polarizado. No tanto por los medios y la política, aunque jueguen un papel importante, sino en lo social. Parte del país vive en ciudades grandes, desarrolladas, laicas, con servicios, tecnología, programas sociales, discursos progresistas, donde el feminismo es cada vez más hegemónico. Y la otra parte, la mayor parte, vive en ese océano de rojo que está en el medio de los mapas que vemos por TV. Esa es la parte que empezó a desdibujarse con la posindustrialización de los 90's, cuando gobernaban los Clinton, y terminó de caerse del mapa en 2008, con la gran crisis de Wall Street, el mismo Wall Street al que el establishment le perdonó todas las deudas. En toda esa franja ahora hay desempleo a pesar del rebote de Obama, atraso a pesar de la globalización, pandemias de drogas (anfetaminas y opiáceos) a pesar de la guerra contra las mismas. En esos pastizales secos, ¿cómo no va a prender el fósforo del discurso de Trump? Hillary va a esos mismos estados y les dice a los mineros que va a reemplazar sus trabajos, los pocos que quedan, por energías renovables. Trump les promete el "american dream". Ninguno tiene razón, porque saben que la tecnología y la automatización va a hacer que la mayoría de los trabajos sean redundantes en 20, 30, 50 años. Pero para ese entonces los dos van a estar muertos, y en el medio algo tienen que prometer. Gana el que promete mejor.
  
Hillary pierde porque no enamora a nadie. No arrastra a los millenials como sí lo hacía Bernie Sanders, que tampoco tenía demasiadas chances. No tiene el carisma de Obama, y para peor tiene olor a naftalina. Todos los que la apoyaron lo hicieron con peros, desgarrados, mencionando sus defectos antes que sus virtudes. La votaron porque era el mal menor, y el mal menor no siempre te gana una elección. Trump puede parecer aberrante, ignorante, violento, misógino, y probablemente lo sea. Pero también es inconmensurablemente atractivo para su electorado. El viejo truco del "tipo común" (aunque no lo sea), algo prepotente, que "dice las cosas como son" y denuncia las mentiras de los políticos tradicionales. Trump es nuevo y peligroso, aunque no lo sea, pero eso es lo que vende. "Nuevo y peligroso" puede vender cualquier cosa. "Nuevo y peligroso pueden volver sexy hasta a un colorado andropáusico de 70 años. Y a la larga eso es lo que importa en una elección presidencial, que es un concurso de popularidad televisado con algo de política en el fondo. Trump puede decir cualquier barbaridad, como lo de agarrar a las mujeres por sus partes íntimas, y en su mundo va a seguir funcionando y no tiene que pedir disculpas. Trump tiene el atractivo del morbo, porque algunos hombres quieren ver el mundo arder y él ya tiene una antorcha.
  
Cuando la noticia se haga tolerable, después de mirar al abismo y que el abismo nos mire a nosotros, nos daremos cuenta de que una presidencia de Trump no sería tan terrible. No lo sería para los estadounidenses, por el sistema de balances y contrapesos republicanos: miren si no lo que le costó a Obama aprobar su reforma al sistema de salud, o nombrar un juez en la Corte Suprema, o hacer pasar los presupuestos. Trump estará condicionado por su propio partido, que en muchos casos lo desprecia, controlando ambas cámaras legislativas. Solo tendrá algo de libertad de acción en cuanto a política exterior, y no sería raro que el establishment republicano intente limitarlo en ese ámbito también. Si no lo hiciera, la atención estaría puesta principalmente en Rusia, China y Medio Oriente, además del famoso muro, por lo cual Argentina no sufriría demasiados cambios. Tendremos que seguir, mientras nos preguntamos qué les pasó, a los estadounidenses, ahora que son tan parecidos a nosotros.